En ese
momento, tenía a cargo la auditoria de una empresa minera en el norte de Argentina. Había que mandar a un asistente a cumplir con determinados procedimientos.
Le tocó realizar el trabajo a una muchacha llamada (los nombres han sido cambiados
para proteger la identidad de los protagonistas) Valeria Alícuota.
Como el
trabajo implicaba especial dedicación, teniendo que permanecer allí por una
semana, a mucha altura, fue importante mantener una larga charla con ella, donde
además de explicar todo el proceso productivo de la mina, traté de alentarla respecto
a lo que significa el trabajo y le di instrucciones muy precisas. Esto fue un viernes,
el lunes se iniciaba el trabajo en la mina. Sabía que Valeria no me iba a
fallar. Sin embargo….
El jueves
siguiente fui a Contaduría por un trámite, y para mi mayúscula sorpresa, la vi
a Valeria…… que debía estar a algunos miles de kilómetros de allí. Por si fuera
poco, me vio, e hizo como si no me viera. Más, cuando me acerqué decididamente
hacia ella, me miró como quien me viera por primera vez. Estaba enfurecido y la
increpé duramente:
-¡Valeria,
cómo puede ser que seas tan irresponsable! Se supone que desde el lunes
deberías estar en Jujuy y resulta que estas aquí, como si nada, y encima yo no sabía
nada. ¡No podes actuar de modo semejante! ¡No puedo admitirlo, nunca vi algo semejante!
¡En la mina te esperaban desde el lunes! ¡Esto es muy grave y no va a quedar
así! -Valeria me miró inocentemente a la cara y me dijo:
– ¿¿¿Que
decís, Valeria???(ya estaba fuera de mi)
– Es que
yo no soy Valeria, soy Romina Alícuota, la hermana gemela de Valeria, y vine a
pedido de mi hermana a retirar un certificado.
¿Ella nunca le había contado que tenía una hermana gemela?
No,
claramente Valeria nunca me lo había contado. Me disculpé y no olvidaré nunca el
papelonazo. Hasta el día de hoy no estoy seguro si Valeria tiene una hermana
gemela, o fue la mejor excusa que pudo
encontrar en ese momento. Sigo esperando encontrarlas juntas para asegurarme.
Muy bueno!!!
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