Me había quedado sin trabajo
en un momento muy complicado en la economía y política de Argentina. Una noche,
a eso de las 23.00 horas, me saca de la cama una llamada telefónica. Era un muy
amigo mío. Se disculpó por la hora, pero era imprescindible que la información
que él tenía, me fuera transmitida de inmediato. Quería avisarme que ese mismo día a las 24:00
horas vencía el plazo para proponerse para la vacante de Contador General de
las Naciones Unidas, posición con residencia en Nueva York y otros interesantes
beneficios. Por sus reglamentos, o algo así, tenía que ser alguien con título
de Contador que no fuera estadounidense. Había un link con una página de las
UU.NN. para completar la postulación ¿Y
se acordó de avisarme una hora antes?
El hecho es que la búsqueda
había aparecido en el semanario “The Economist”, que tiene una extensa lista de
circulación interna dentro del estudio
(Big 4) donde él trabajaba, y tuvo que aguardar que, previamente, unos 30
socios la recibieran en su bandeja de IN, en algún momento la revisaran y luego
la depositaran en su bandeja de OUT, para
seguir la lista de distribución, en la que los gerentes estaban “al fondo” de
la lista. Por eso se demoró tanto en tener la información y solo me la pudo
pasar a minutos de su vencimiento.
Era una carrera contra el
tiempo, buscar un CV mío en Inglés, actualizarlo y adaptarlo a algo que pudiera
ser atractivo para esa posición, revolviendo en mi memoria todo trabajo que
hubiera realizado para control de proyectos financiados por organismos del
exterior. Encontré algunos financiados por Banco Mundial, el BID y distintas
ONG. Ninguno por las Naciones Unidas, ni
que se utilizara el sistema contable con el que se manejan, requisito muy
conveniente para esa posición. Sin duda,
una contabilidad distinta, registrando y controlando ayuda alimentaria otorgada
a África, consumos de los Cascos azules en Haití, o los almuerzos servidos a
los miembros del Consejo de Seguridad en Nueva York, por dar algún ejemplo.
Llegué a enviar la
postulación en los últimos segundos en que el
“portal” estaba abierto. Explícitamente decía que luego de las 0:00horas
no se recibiría ningún CV. Me sentía como en las películas de James Bond o
Misión imposible, acción cuando desactivan los cables de la bomba que está por
explotar en los últimos cinco segundos. La página de internet decía claramente
que nadie debía de comunicarse con la ONU para consultar y que ellos se
comunicarían con “la persona indicada” a su debido tiempo.
Sabía que no tendría posibilidad, ya que asumí que había dispersos por el mundo muchos contadores con experiencias variadas en proyectos de las UU.NN. Efectivamente, nunca me llamaron, y considerando que transcurrieron más de quince años, indudablemente ya no lo harán. Indudablemente fue la posición más “extraña” para la que postulé en mi vida. Con el tiempo aparecieron otras postulaciones, otras entrevistas y otros trabajos. La vida siguió su curso.
Moraleja: Siempre hay que tener aceitado el CV, en español y en inglés.
ResponderBorrarLo digo pero nunca lo hago.
Segunda Moraleja: era más interesante conseguir un puesto de contador en la FIFA que en la ONU. Pero sin la bendición del Padrino Grondona hubiera sido complicado.:
Tercera moraleja: siempre es conveniente tener mucho dinero, así se evitan los sobresaltos de tener que buscar trabajo y correr contra reloj.
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