lunes, 3 de agosto de 2015

EL PASADO DEL FUTURO – CAPITULO III

¡ALTO! Si usted no ha leído los CAPITULOS I y II de  EL PASADO DEL FUTURO, le sugiero que detenga inmediatamente la lectura del presente CAPITULO III y no siga adelante. En la parte derecha del Blog aparecen las entradas anteriores, busque el CAPITULO I y el CAPITULO II, léalos y vuelva para aquí una vez terminado. Caso contrario, no entenderá lo que está sucediendo. Y si los lee, puede ser que tampoco. Aproveche para ver las anécdotas del blog que todavía no leyó.
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Muy bien. Si usted está aquí, es que ya leyó previamente los CAPITULOS I y II, y sabe de qué se trata todo esto, y si no lo hizo, es su problema. Aquí va lo que siguió.
Pese al tiempo transcurrido, recuerdo que.…………………….………………..luego del involuntario congelamiento durante un inventario presencial de pescado congelado en una factoría, para mi sorpresa, desperté luego de 30 años en el año 2012. Estuve internado un tiempo, y ahora ya recuperado, me iba a dirigir a mi antiguo trabajo, gracias al generoso ofrecimiento de mis empleadores de tres décadas atrás, Devengados y Asociados. Me había propuesto ocultar completamente mi condición de “viajero del tiempo”, para evitar ser un “fenómeno de circo”. Solo quería vivir una vida normal y pasar desapercibido, volver a ser auditor como antes, me parecía la mejor manera de reinsertarme. Allá vamos.

Todos los autos que circulaban se veían de modelos futuristas, resplandecientes, únicos y desconocidos. Me pareció ver un Fiat 128 y luego un Renault 12, ambos en bastante mal estado, considerando que eran autos cero kilómetros, cero kilómetros de mi época, ahora son autos de 30 años. Paré un taxi, el gesto seguía siendo el mismo afortunadamente, no sea que ahora ese movimiento de mano sea considerado un insulto.
Inicié una conversación con el taxista de modo que todo pareciera normal conmigo. Tenía la dirección de la oficina escrita en un papelito.

-         Vamos por favor a esta dirección en Puerto Madero.

-       – Como no.

-        ¿Pero, conoce usted Puerto Madero?

-         – Claro.

-         ¿Y ya no son edificios abandonados llenos de basura y ratas?

-   – No. Hace más de 20 años que es uno de los lugares más elegantes de Buenos Aires.  ¿De qué país viene usted a visitarnos? Aunque tiene tono de porteño.

-   Caramba.. 20 años, que rápido pasa el tiempo. Soy porteño, y no vengo de ningún otro lugar.

-       ¿Y me va a decir que no sabía que Puerto Madero había sido completamente reciclado?


-       Es que salgo muy poco –intenté disimular mi torpeza.

-         ¿Qué tal, como andan las cosas con el presidente Raúl Alfonsín? –dije para cambiar el tema, mientras le hacía el gesto típico de Alfonsín apretando las dos manos y llevándolas a un costado, por arriba del hombro.

-         ¿Con quién? Dijo el conductor mirándome por el espejito retrovisor, con rostro un poco estupefacto.

-         Coooooon, ésteeeeeee, con Alfonsiiiin –decía mientras me daba cuenta que el recién asumido presidente cuando quedé congelado, difícilmente, salvo que se permitiera la reelección eterna, siguiera ahora en su puesto. –Ya debe llevar algunos años…..

-         – Algunos años…. de fallecido.

-         ¡No me diga! Ni me había enterado.

-         – Pero, Usted donde vivió en estos últimos 30 años?

-         Aquí, aquí en Buenos Aires.

-         – Ahaja, y no se enteró. Ni un poquito.

-        – Seguramente estuve muy concentrado en otras cosas. Soy auditor, trabajo mucho, no tengo tiempo para la política.

-         Ya veo. Seguro que sabe algo de Menem, De La Rúa o Duhalde,  por decir algunos.

-         Algo, un poco, de nombre, si le tengo que ser sincero –mentí  tratando de no seguir hundiéndome más en mis propios dichos. Tendría que haberme preparado mucho más para enfrentar estas situaciones.

-        ¿Y si le menciono Néstor o Cristina, le dice algo?

-        ¿Debería?
    
     Eso ya fue demasiado para la poca paciencia que un conductor de  taxi puede tener, en Buenos Aires, en Santa Cruz de la Sierra, o donde fuera.

-         ¿Pero, usted me está tomando por un imbécil? ¿O se cree que porque el señorito es un gran ejecutivo, se va a burlar de mí? Usted es bromista? Es payaso? Por qué no me pide que lo lleve a un circo, y no a Puerto Madero? Es ahí, en la esquina de la próxima cuadra. ¡Bájese, ya mismo! 


-       Señor, de ninguna manera pretendí ofenderlo. Es que soy algo olvidadizo.
-         ¡Vergüenza debería darle! Hombre grande! ¡Bájese, no lo llevo ni un centímetro más! ¿Con qué me va a pagar, con Pesos Ley, con Australes, con qué? ¿Y sabe dónde puede guardarse su plata?
-         
   – No quise averiguarlo. Y me tuve que bajar. Estaba llegando tarde a mi primer día de trabajo en 30 años.


………….………(CONTINUARÁ)

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