jueves, 23 de agosto de 2018

LA TORRE DE BABEL


Ocurrió durante la auditoria de una empresa industrial argentina que utilizaba materias primas provenientes de Japón para una de sus líneas. Yo era el encargado de trabajo, primera vez en ese cliente, y solicité, como está previsto en los procedimientos, la confirmación de saldos del proveedor japonés. Al poco tiempo recibimos un sobre con la respuesta que contenía la confirmación escrita en inglés con la cifra adeudada en Yenes, copia de la factura que componía el saldo, copia del packing list de la factura y una hoja escrita íntegramente en japonés excepto el nombre del comprador en nuestro alfabeto latino y la cifra.



Con toda la documentación recibida y la revisión “in situ” de una empresa con muy buenos controles, teníamos suficientes elementos para dar conformidad al saldo de ese proveedor. Pero………esa hoja en japonés con el nombre del cliente era muy tentadora como para dejarlo pasar así como así. Eso ameritaba generar algo especial en los papeles de trabajo que el socio del estudio iba seguramente a leer. Es importante para los hechos que voy a relatar saber que, si bien era mi primera vez en ese cliente, el gerente del estudio me conocía hacía varios años y había trabajado conmigo en ese y varios otros clientes. En cambio, era la primera vez que el socio a cargo trabajaba conmigo. No me conocía el tipo de bromas que yo podría llegar a hacer.

En esas épocas de papeles de trabajo manuales, en el legajo resumen de la auditoría, se incluía entre otra documentación, una página llamada “Puntos de atención para el socio y gerente”, donde el encargado de trabajo (yo, en ese momento) enumeraba los temas más importantes de la auditoria y especialmente aquellos que por su importancia o complejidad eran clave que el gerente y el socio los leyeran para poder tener sus conclusiones y ver cómo afectaban la auditoría. Fue en esa sección que incluí, como si fuera un comentario más del trabajo, un punto que denominé “Contestación recibida del principal proveedor del exterior” y a continuación decía (palabra más, palabra menos): “A continuación adjunto la confirmación de saldos recibida del principal proveedor del exterior, que representa un 85% del saldo de proveedores del exterior y un 60% de todo el saldo de proveedores de la empresa y que, como ha venido escrita íntegramente en idioma japonés, no hemos podido conocer su contenido. He subrayado los únicos términos que pude comprender y confío que por la experiencia del gerente y socio con el cliente, podrán fácilmente traducir el resto. En caso contrario, y por la materialidad de los saldos involucrados, nuestra Opinión de auditoría debería ser una abstención de opinión por una limitación al alcance por la falta de evidencia de auditoria, que no pudimos tampoco conseguir por otros medios.” Decir eso, es de suma gravedad en la relación auditor/auditado. A continuación incluía la carta escrita íntegramente en japonés donde solo estaban subrayadas las dos veces que se mencionaba en nuestro alfabeto el nombre del cliente. Y nada más.

Llegó el “gran día” en que el gerente y el socio a cargo vinieron a las oficinas del cliente para las formalidades del cierre de la auditoria anual. El gerente se puso a ojear el Legajo resumen de la auditoria, y con más interés leyó los Puntos de atención. Cuando llegó al punto de la confirmación del proveedor japonés, me miró, esbozó una sonrisa cómplice, firmó y le paso el legajo al socio. Pero en el momento en que éste último se encontró con el “fatídico” comentario, su rostro se transfiguró, arrancó la hoja y me dijo muy enojado: “¡Cómo vas a poner en los papeles de trabajo algo así, sin buscar la forma de solucionarlo! Enviá un fax de inmediato diciendo: Please, answer in english, urgently”

El gerente, al ver la reacción del socio, comenzó a dudar él mismo y me preguntó con rostro preocupado “¿Daniel, esto es una broma, verdad?” Con un movimiento positivo de mi cabeza le ratifiqué que efectivamente se trataba de una humorada. El socio pasó desde el enojo diciéndome “¿Vos estás loco? ¿Cómo le vas a hacer una broma así a un socio que no conoces y que no te conoce?”, a la carcajada, indicándome “está buenísimo, me llevo la hoja para comentarla en la reunión de socios”, y finalmente con rostro muy serio, se me acercó y dijo casi susurrándome: “Estuvo buena, pero esperá mi respuesta”.


Moraleja: Si vas a decirle algo en broma a un desconocido, pregúntate a ti mismo ¿Qué es lo peor que puede pasar?