lunes, 17 de agosto de 2015

AUDITORIA SOLO PARA ADULTOS


El otro día estaba repasando los distintos relatos incluidos en el blog, y cuando ví ATRAPADO SIN SALIDA (para los que no lo leyeron, pueden hacerlo buscando en los relatos anteriores incluidos a la derecha de la pantalla, fue publicado en el mes de junio), recordé el terrorífico ascensor de ese edificio y los malos momentos  pasados, vinieron a mi memoria otros hechos ocurridos allí, indudablemente mucho más agradables. En ese mismo edificio donde habíamos alquilado temporariamente oficinas, también tenía su sede una filial de la editorial de una mundialmente reconocida “revista para adultos”, y no era extraño compartir el estrecho ascensor con alguna de las señoritas que habían aparecido, o aparecerían en futuras portadas o interiores de las revistas, incluso me atrevería a afirmar que más de una merecería una página central desplegable. Nosotros,  que vestíamos con traje oscuro, camisa y corbata al tono, solíamos llegar a la oficina del estudio transpirados y algo  acalorados, pero con una sonrisa dibujada en el rostro.  Fue, creo, lo único que extrañamos cuando las oficinas originales terminaron de ser recicladas y volvimos a nuestro tradicional edificio.
Y ese recuerdo, me trajo a la mente otra situación profesional que me tocó vivir con relación a esa  misma prestigiosa e interesante revista, de la que pese a los años transcurridos continúo siendo fiel suscriptor.
Este “relato contable” nos  fue narrado hace algunos años (bastantes años…) por el Director Global de Marketing, a un grupo de  gerentes,  durante una actividad que formaba parte de un taller de nuevos gerentes de un estudio multinacional de auditoria, impuestos y consultoría. No puedo afirmar que la totalidad de la historia sea cierta, o si los hechos se sucedieron tal como me fueron relatados, o si solo se trataba de un caso de estudio inventado para poder ejemplificar la temática que quería presentar ese Director. Como sea,  si no fue cierto, merecería haberlo sido. Aquí, tal como la recuerdo.
Todos los años, invariablemente,  el estudio recibía la invitación para participar en la licitación para la auditoría de los estados contables de esa muy reconocida empresa que editaba una “revista para adultos”.
La editora de la revista, que tenía varias décadas de existencia, con una excelente participación en el mercado específico, con distribución mundial y filiales en distintos países, muy bien organizada, con un sistema de control interno muy estricto implantado y probado y sistemas administrativos y contables de avanzada, contaba con una Gerencia muy  comprometida con el cumplimiento de las distintas normas profesionales y legales, que requería que la auditoria fuera realizada por un estudio de profesionales de primer nivel, confiable y experimentado.
Del mismo modo, invariablemente, el estudio agradecía la invitación y la rechazaba con excusas muy gentiles, aunque tal vez no muy creíbles. En el estudio se consideraba que podría ser inconveniente para su prestigio e imagen como “Auditores serios y respetables”, que su buen nombre estuviera ligado a una “revista para adultos”, por lo que era preferible olvidarse del asunto. Sin embargo, otros estudios de auditoria, impuestos y consultoría, también multinacionales, también prestigiosos, y probablemente menos prejuiciosos, vieron el asunto de modo distinto. La empresa editora era totalmente auditable, contaba con todos los respaldos de sus transacciones, buenos sistemas contables y administrativos, una cultura de control interno, buena estructura económica y financiera, y estados contables creíbles, y siendo que el mercado al que se dedicaba era totalmente legal, todo ello resultaba muy atractivo para tratar de convertirlo en su cliente. Y así fue que, durante muchos años, otros estudios competidores ganaron la licitación y fueron auditores y cobraron excelentes honorarios profesionales, y su reputación no sufrió ninguna baja (más bien, estaba en alza por la envidia de los profesionales de los otros estudios que no habían ganado la licitación).
Un día, éste estudio que había rechazado año tras año, la participación en la licitación, replanteó su posición. ¿Era lógico perder la posibilidad de contar con un cliente que pagaba muy buenos honorarios profesionales, simplemente porque se trataba de una “revista para adultos”, cuando todos los requisitos para convertirlos en clientes estaban dados? ¿Qué era lo que veían en esa revista (además de las atractivas fotos) los otros estudios competidores  y ellos no? Decidieron que era hora de cambiar de actitud, ser menos prejuiciosos y más prácticos. Esta vez agradecieron la invitación y participaron.  ¡Y…..ganaron! La auditoría transcurrió previsiblemente y sin sobresaltos durante el año. Más de un auditor intentó inútilmente convencer al Controller del cliente que, asistir a las sesiones fotográficas era parte de los procedimientos de auditoria requeridos por las normas, o que necesitaban las revistas para incluirlas en los papeles de trabajo examinados.
La situación más escandalosa que se recuerda se generó cuando llegó el fin de año, y allí se armó una gran pelea entre socios, gerentes, encargados y asistentes, con discusiones que nunca se habían visto en esas oficinas. Es que llegaba el cierre del año fiscal, y todo el personal masculino se ofrecía para participar para presenciar  los recuentos físicos para el inventario de los que eran indiscutiblemente los principales activos de la editorial.
Y ya que estamos con anécdotas laborales referidas a “revistas para adultos” y a hombres supuestamente “serios”, vale la pena mencionar que en 1975 el renombrado científico Stephen Hawking le apostó al también renombrado astrofísico Kip Thorne (el mismo que muchos años después fue el asesor científico de la película “Interestelar”), una suscripción anual a la revista “Penthouse”, en caso que la fuente galáctica de rayos X  conocida como Cygnus  X-1, resultara ser un agujero negro. Evidencias posteriores hicieron que en 1990 Hawking reconociera que Thorne tenía razón, por lo que para su satisfacción científica y no tan científica, ganó su suscripción. Fue un buen año para Thorne.

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