lunes, 21 de diciembre de 2015

SECRETS Parte II


La venganza es el más sabroso manjar condimentado en el infierno.
                                                                                               Walter Scott

Sugiero que no siga adelante con la presente lectura, si es que no ha leído antes SECRETS Parte I. Lo encontrará en el blog, en una de los íconos a la derecha, y puede aprovechar para leer algunos otros relatos que tenga pendientes de ser leídos.

Hecha la advertencia, podemos continuar.

Como recordarán, fui  asignado para realizar la auditoría de una empresa farmacéutica multinacional,  donde todo el personal estaba contagiado del síndrome de la confidencialidad. Todo documento, propio, generado en la empresa  o emitido por terceros, era por definición, confidencial, secreto, y  por lo tanto, inaccesible para nosotros como auditores. 

Habíamos tenido varios episodios frustrantes (detallados en la Parte I), como exigirnos destruir unas fotocopias de documentación que nos habían entregado ellos mismos, o tenido que mantener una conversación con el gerente contable mientras éste se hallaba literalmente recostado sobre su escritorio para evitar que yo pudiera leer sus papeles secretos.

Días después, y antes de que la auditoría culmine,  apareció inesperadamente la posibilidad de la venganza…….


Nos llegó una comunicación de nuestras oficinas de Nueva York, a cargo de la auditoria consolidada del laboratorio, en la que nos instruyeron efectuar la revisión de dos Anexos adicionales a sus reportes contables y financieros (nominémoslos como Anexos 14 y 15, aunque no recuerdo la denominación real)  preparados y emitidos por la farmacéutica local con informaciones sobre los inventarios, volúmenes, precios unitarios y no sé qué más. Esa era mi gran oportunidad. Y no la desperdicié.

Fui a verlo al Gerente de Administración y Finanzas, tratando de ocultar una sonrisa maliciosa que espontáneamente me surgía.

─ Arnulfo (los nombres han sido cambiados para proteger las identidades de los involucrados), necesito que me entregue  los Anexos 14 y 15 que ustedes prepararon, junto con los papeles de trabajo para armarlos y la documentación de donde surgen las cifras.

─ Imposible. Es información confidencial.

─ ¿Totalmente confidencial? ¿No podemos verla?

─ Lo siento. No hay modo. Son datos clasificados, secretos industriales.

─ ¿Ni siquiera nosotros, en nuestro carácter de auditores independientes?

─ Ni siquiera mi madre, aunque me lo suplicara. 


─ De acuerdo. Entonces se habrán equivocado.

─ ¿Quiénes?

─ Nuestra gente de la oficina central de Nueva York.

─ ¿Ellos lo pidieron?

─ Si. Pero obviamente se equivocaron. Voy a enviar ya un fax diciendo que la información que nos pidieron no está a nuestro alcance, es confidencial, por lo que nos abstendremos de opinar.

─ Esperá, déjame consultar.

─ No veo ninguna necesidad de consultar. Si usted me dice que es confidencial, es confidencial. No hay porqué preguntar.

─ No te precipites a enviar el fax. Dejame que consulto a Casa Matriz.

─ ¿Pero, para qué? Su palabra es suficiente. Les mando ya el fax, la gente de nuestro estudio claramente se equivocó al pensar que nosotros estábamos habilitados para ver eso. No nos genera ningún problema. Les escribimos, les avisamos que es confidencial, que no vamos a emitir ninguna opinión, y terminado el asunto.

─ Te ruego que esperes a que yo me comunique antes y te avise si lo pueden ver o no.

─ Como quiera, pero no me parece que tengamos que presionar en un tema tan simple.

Volví a la oficina que me tenían asignada, sabiendo que en los siguientes minutos Arnulfo aparecería agitado por mi escritorio. Antes de que transcurrieran 10 minutos, Arnulfo apareció agitado por mi escritorio.

─ ¿Todavía no mandaste el fax, verdad?

─ No. Pero ya estoy terminando de escribirlo.

─ No lo envíes. Ya hablé con Casa Matriz.

─ Y….

─ No hay problema en que vean los anexos. Se los vamos a pasar junto con toda la documentación respaldatoria.

─ Qué extraño. Siendo que era información confidencial. Menos mal que consultó, porque yo ya lo estaba enviando.

─ Te reitero que pueden ver todo este asunto de los anexos sin restricción alguna.

─ De acuerdo. Ya voy a buscar todo.

Esta vez, no pude disimular mi muy malévola sonrisa que se dibujaba de oreja a oreja.

La venganza será terrible.

               Alejandro  Dolina

martes, 8 de diciembre de 2015

SECRETS Parte I


Fui asignado para realizar la auditoría de esa empresa farmacéutica multinacional,  sin saber en lo que me estaba metiendo. Sucedía que el personal completo de la compañía, había sido contagiado del síndrome de la confidencialidad. Todo documento, propio, generado en la empresa  o emitido por terceros, era por definición, confidencial.  Secreto, y  por lo tanto, inaccesible para nosotros como auditores. Este tema, profundamente inculcado en la cultura empresarial, abarcaba desde la formulación de un medicamento en etapa de patentamiento, a un comprobante de gastos de taxi incluido en la rendición de un fondo fijo.  Los auditores necesitan visualizar, comprobar, tocar, documentación  de soporte. No alcanza con lo que los gerentes le cuentan lo que supuestamente hacen bien,  sino que deben confirmarlo en los hechos, en los documentos. Si no lo veo, no lo creo.

Entrar a una oficina de un empleado/supervisor/jefe/gerente, o acercarnos a su escritorio, equivalía automáticamente al detectar nuestra presencia, que los papeles que tenían sobre sus escritorios tracen una danza violenta por el aire para ser dados vuelta y así evitar que nuestras inquisidoras miradas tengan chances de poder leer lo prohibido.

Nos sentíamos felices cuando un empleado o jefe nos permitía visualizar algún comprobante o documento delante de ellos, como para tomar nota y tener algún respaldo.

Recuerdo una ocasión donde un gerente me había entregado unas fotocopias de planillas que había preparado para valorizar los inventarios de productos terminados y productos en proceso, que yo estaba revisando. A los pocos minutos, o segundos, el individuo llega agitado al escritorio que yo ocupaba, indicándome casi desesperado, que se había equivocado, y por error me había entregado documentación, que obviamente era confidencial, por lo que no podía mantenerla en mi poder. Necesitaba que fuera destruida de inmediato, ya que con la información podría inferirse la fórmula de ciertos medicamentos. Me pidió que yo la destruyera. Me negué y le pedí que la destruyera él mismo, ya que en caso contrario jamás estaría seguro de lo que yo podría haber hecho con esa documentación y la duda lo acompañaría hasta el último día de su vida. Obviamente, aceptó mi argumento, destruyó delante de mí la fotocopia  y, por si acaso, se llevó los pedacitos para asegurarse que no los tomara yo del cesto y reconstruyera el sensitivo documento.

En otra ridícula situación, entré sin golpear a la oficina del gerente contable, uno de los adalides de la confidencialidad. Yo ya estaba dentro de la oficina, y él no tenía tiempo de dar vuelta todos los muchos papeles que tenía sobre el escritorio. La mejor forma de mantener sus principios e impedirme leer una sola palabra, luego de invitarme a sentarme frente a él, fue la de mantener conmigo una conversación de veinte minutos  sobre temas contables de la empresa, mientras él se encontraba literalmente acostado sobre los papeles, como si hubiese súbitamente sido fulminado por un rayo,  con sus brazos extendidos y los dedos abiertos, a riesgo de desgarrarse,  haciendo el esfuerzo de cubrir la mayor superficie posible y evitarme la lectura de sus papeles secretos.



Todo esto era por supuesto muy frustrante. Sin embargo,  pronto, llegaría la oportunidad de vengarme. Pero eso, eso es otra historia. 

martes, 10 de noviembre de 2015

EL PASADO DEL FUTURO – CAPITULO V

¡ALTO! Si usted no ha leído los CAPITULOS I, II, III y IV de  EL PASADO DEL FUTURO, le sugiero que detenga inmediatamente la lectura del presente CAPITULO V y no siga adelante. En la parte derecha del Blog aparecen las entradas anteriores, busque los capítulos que no leyó, léalos y vuelva para aquí una vez terminado. Caso contrario, no entenderá lo que está sucediendo. Es muy probable que, si los lee, tampoco. Aproveche para ver las anécdotas del blog que todavía no leyó.
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Muy bien. Si usted está aquí, es que ya leyó previamente los CAPITULOS I al IV, y sabe de qué se trata toda esta increíble saga, y si no lo hizo, ahora es su problema. Aquí vamos.

Miren que han pasado muchos años, pero sigo recordando que……………….. luego del involuntario congelamiento durante un inventario presencial de pescado congelado, para mi sorpresa, desperté luego de 30 años en el año 2012. Estuve internado un tiempo, y gracias al generoso ofrecimiento de mi empleador de 30 años atrás, el estudio de Lionel Devengado,  Devengados y Asociados, volvería a trabajar en un cliente de auditoria. Me había propuesto ocultar completamente mi condición de “viajero del tiempo”, para evitar ser un “fenómeno de circo”. Solo quería vivir una vida normal y pasar desapercibido, volver a ser auditor como antes, me parecía la mejor manera de reinsertarme. En  el estudio, me encontré con  el que sería mi asistente, Máximo Tilde, con quién me enteré que ya se habían dejado de utilizar, entre otras cosas, los papeles 7 y 14 columnas,  los lápices rojos para los tildes, los registros manuales, etc. Todo estaba computadorizado, era portátil, debía de ser ingresado en nuestras notebooks, con archivos que estaban por las nubes, o en la nube que vaya a saber dónde quedaba. El alma de la auditoria se había perdido. 

Luego de un curso de inmersión acelerado en la realidad, ya nos encontrábamos en las oficinas del cliente, listos para iniciar la auditoría. Nos presentamos antes el Gerente de Administración, quién nos recibía amablemente.

-      Estimados Daniel y Máximo, bienvenidos para iniciar el trabajo de la auditoría. A usted, Daniel, lo veo un poco mayorcito para seguir siendo todavía encargado de trabajo. Debe de ser bastante experimentado a esta altura.

-         ─ Ciertamente. He estado un poco retirado de la auditoria (unos 30 años solamente, dije en mis pensamientos).

-          Con razón no lo vimos antes por aquí. ¿Ya están listos para ubicarse?

-          ¡Totalmente! Díganos qué oficina nos han asignado, y allí vamos.

-        Bueno, en realidad no es una oficina. Tengo un lugar para uno, ya que Carlos Inventarietti, el sub supervisor de Almacén, está de vacación ésta semana. Es una mesita, pero se podrá acomodar. El otro, puede ir a la mesa de Luis Concilietti, el analista de Bancos. Aceptó prestarle el costado de su escritorio, por esta semana. La semana que viene veremos si alguien se enferma, accidenta, muere, o va de vacaciones, y los volvemos a acomodar. ¿No es problema, verdad?

-          Para nada. ¿Me imagino que podemos dirigirnos directamente a cualquier empleado para consultarle sobre los temas a su cargo?

-         Al contrario. Me hacen un requerimiento por escrito, me lo pasan y en pocos días yo les doy la contestación, o les informo con quién lo tienen que ver.

-          ¿Tienen ya el borrador de balance?

-     Ni soñando. Parece que no le han informado, pero la costumbre que tenemos es que ustedes preparan el balance.

-          Ahaha. ¿Los baños?

-    Están con llave. Pueden usar los de fábrica, allá al fondo. O si consiguen que algún empleado le preste su  llave, ningún problema.

-          Por último, el café.

-          Allí está la maquinita. Pueden comprar las fichas en Tesorería.


-    ─    Gracias. (Hay muchas cosas que no han cambiado en los últimos 30 años, pensé para mis adentros).
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-          Máximo. Tenemos poco tiempo. Quiero que hagamos una buena sumatoria con tira de máquina del detalle individual de los inventarios de productos terminados, del activo fijo, de los materiales de almacén y de los saldos con clientes, y los comparemos con los saldos de mayor, y ver si los tienen conciliados.

Mi asistente me miraba fijo, como quién ve a un alienígena bajar de su nave.

-         ─ ¿Sumatoria con tira de máquina?

-          Si. Las tiras de suma de la calculadora. Sumar una por una las fichas individuales y ver si suman igual al total de la cuenta del mayor. Si no te dá, vas tildando la tira de máquina.¿O no hacemos más este procedimiento básico de auditoría?

-          Ya no es necesario volver a sumar todo manualmente (haciendo énfasis y casi deletreando "manualmente"). Son sistemas computadorizados. Evaluamos los controles generales del centro de cómputos, y las aplicaciones individuales. Nos ayuda mucho la gente de IRM.

-          ¿IRM? ¿Inspectores de Recursos Manuales? ¿Investigadores de Rituales Milenarios? ¿Instigadores de Revueltas Multiétnicas?¿ Ilusionistas que Releen las Mentes? ¿Qué recórcholis es IRM?

-         ─ En realidad, Information Risk Management.

-       Ya lo sabía, Maxi. Quería ver si estabas actualizado. ¡Bien! No te olvides de pedir la fotocopia del mayor.

-          ─ No es necesario, Jefe. Accedemos por una terminal remota interconectada en línea.

-         ─ Terminal remota, claro. (Ni remotamente entiendo de lo que me estás hablando).

-          Listo. ¡A comenzar la auditoria se ha dicho! (No va a ser fácil, pero lo fundamental de la auditoria seguramente sigue siendo lo mismo). ¡Saldré adelante!

                                                                                                                       (Continuará….)

lunes, 26 de octubre de 2015

BONEX

                                                                                                                               
Sucedió durante la época en que era muy difícil para las empresas conseguir hacer pagos en dólares para la importación de sus materias primas esenciales (las restricciones al giro de moneda extranjera no son novedosas). La empresa, que era nuestro cliente de auditoría, tendría que cerrar si no las pudiera importar, ya que no estaría en condiciones de manufacturar sus productos. Para evitar la interrupción de los negocios, había comprado Bonos Externos de la República Argentina, que era una de los pocos medios legales para hacer llegar dólares a un proveedor en el exterior. Los Bonos Externos, emitidos al portador, de libre entrada y salida del país, tenían un mercado en el que se podían vender, por ejemplo en Nueva York, y convertirlos de dólares para pagar las importaciones.

Nuestro cliente había adquirido Bonos Externos por un valor de US$ 15.000.000 (como se decía en su momento, quince “palos verdes”), para asegurarse las importaciones de los meses subsiguientes. Los Bonos quedaron en custodia en una voluminosa caja de seguridad de un importante banco.

Como los títulos estaban incluidos contablemente como un activo en los estados contables de la empresa, y el banco no podía confirmar la cantidad, valores, o su existencia, ya que estaban dentro de una caja de seguridad a la que no tenían acceso, decidimos como procedimiento de auditoría, efectuar un recuento presencial de los Bonos en el banco, que solo nos pudo confirmar que tal caja se encontraba a nombre del cliente.

El día, y a la hora indicada, nos encontramos en el sector Cajas con el Gerente de Finanzas y el Gerente Administrativo de la empresa.  Abrieron la caja y la trajeron a una pequeña habitación privada, confidencial y cerrada. Estábamos solos. Nosotros tres, y los quince millones de dólares.

Nos dividimos el trabajo de contar y anotar los distintos valores. La concentración y el silencio eran totales. Solo se podía distinguir el sonido de nuestros dedos haciendo pasar de a una, cada lámina de Bonex (como eran normalmente conocidos), una lengua humedeciendo al dedo índice, y alguno que susurraba para sus adentros cuarenta y uno….cuarenta y dos….cuaren…. Uno de los tres (no diré quién fue), rompió el silencio.

─ ¡Qué trabajito!
─ Si.
─ Si.
─ Aquí, nosotros tres.
─ Si.
─ Si, los tres.
─ Aislados del mundo.
─ Totalmente.
─ No vemos, y nadie nos ve.
─ Son al portador.
─ Así es.
─ Completamente.
─ Y de libre entrada y salida del país.
─ Totalmente libre.
─ Nadie te puede preguntar.
─ Son quince millones de dólares.
─ Cinco para cada uno.
─ ¡Ja, ja, ja! (risas nerviosas).
─ ¡Ja, ja, ja! (risas nerviosas de otro).
─ ¡Ja, ja, ja! (risas nerviosas del tercero).

Continuamos recontando. El arqueo sumó exactamente los US$ 15.000.000. La cifra contable era correcta y estaba confirmada. La auditoría de los estados financieros anuales culminó con una opinión favorable sin salvedades. Tiempo después me ascendieron y no volví a saber nada de los Gerentes de Finanzas y Administrativo. Lo que pasó en la caja de seguridad, quedó en la caja de seguridad.

Después de más de 30 años, todavía tengo en mi mente las imágenes de esos momentos como si fuera una película que veo una y otra vez. Solo me queda por comentarles que estoy escribiendo la presente anécdota, con vista al mar, desde la cubierta de mi yate anclado en la marina de la caribeña isla de Saint Martin.



p.d: La última frase era una broma, jamás haría algo así. ¿Jamás haría algo así?

lunes, 12 de octubre de 2015

RELOJ, NO MARQUES LAS HORAS…

En esos días, trabajaba en Bolivia para un estudio multinacional. Sucedió durante el mes de los vencimientos tributarios, que son muy numerosos y voluminosos, y que afectaban también el trabajo de auditoria. Lo normal era trabajar diariamente hasta muy altas horas de  la madrugada.

Un colega argentino con el que me hice amigo cuando él se desempeñaba en una empresa petrolera en Bolivia, fue asignado a la filial de Dubai. Eran frecuentes los intercambios de mails con novedades y saludos.  En ocasiones, le escribía antes de retirarme, ya cercana la madrugada. Mi amigo comenzó a hacer cálculos de diferencia horaria y me envió un mail diciendo que estaba muy extrañado que yo le respondiera mails a las 23:30 o la medianoche hora local boliviana. La situación se reiteró en los  días siguientes, para sorpresa suya. Pensé en llevar la situación más al límite. Adelanté  en tres horas el reloj de mi computadora. Al día siguiente, mi amigo me escribió, indignado, diciéndome que era inaceptable que tuviera que trabajar hasta las 3:00 de la madrugada.
 
La respuesta que le dí fue categórica: “Querido amigo, no entiendo a qué viene tu sorpresa, somos un estudio multinacional y atendemos clientes internacionales, ellos nos pueden necesitar en cualquier lugar del mundo y en cualquier momento, cualquiera sea la hora local, y tenemos que estar dispuestos a satisfacer sus requerimientos en el instante en que nos necesiten, las 24hs, los 7 días de la semana. ¿Para qué somos un estudio multinacional si no estamos a disposición donde y cuando lo requieran? ¿Qué clase de servicio brindaríamos? Si no trabajamos de esta forma, no mereceríamos llamarnos multinacionales. No hay motivos de sorpresa. Así debe funcionar, y funciona el sistema”

Mi amigo siguió recibiendo los mensajes con horarios locales 3:00 o 4:00 de la madrugada, provocados por mi reloj “intervenido”. Me escribió diciendo que era una locura lo que estaba haciendo, que nada podía justificar semejante desatino, que era una salvajada, y seguramente era ilegal. Había llegado demasiado lejos. Para no perder nuestra amistad, y para evitar un incidente, le confesé la trampa, mi amigo se alivió, y todo siguió en su cauce.

Intenté utilizar el mismo truco con mi mujer, pero no me creyó. 



lunes, 28 de septiembre de 2015

EL PASADO DEL FUTURO – CAPITULO IV


¡ALTO! Si usted no ha leído los CAPITULOS I, II y III de  EL PASADO DEL FUTURO, le sugiero que detenga inmediatamente la lectura del presente CAPITULO IV y no siga adelante. En la parte derecha del Blog aparecen las entradas anteriores, busque los capítulos que no leyó, léalos y vuelva para aquí una vez terminado. Caso contrario, no entenderá lo que está sucediendo. Y si los lee, puede ser que tampoco. Aproveche para ver las anécdotas del blog que todavía no leyó.
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Muy bien. Si usted está aquí, es que ya leyó previamente los CAPITULOS I, II y III, y sabe de qué se trata todo esto, y si no lo hizo, ahora es su problema. 

Pese al tiempo transcurrido, recuerdo que.…………………….……………….. luego del involuntario congelamiento durante un inventario presencial de pescado congelado, para mi sorpresa, desperté luego de 30 años en el año 2012. Estuve internado un tiempo, y ahora ya recuperado, me iba a dirigir a mi antiguo trabajo, gracias al generoso ofrecimiento de mi empleador de 30 años atrás, el estudio de Lionel Devengado,  Devengados y Asociados. 

Me había propuesto ocultar completamente mi condición de “viajero del tiempo”, para evitar ser un “fenómeno de circo”. Solo quería vivir una vida normal y pasar desapercibido, volver a ser auditor como antes, me parecía la mejor manera de reinsertarme. Allá vamos.

Luego de algunos inconvenientes con mi viaje en taxi, llegué finalmente a las oficinas del estudio. Allí conocí a Máximo Tilde, quién fue designado como mi asistente para la primera asignación.

-          Hola Máximo, o Maxi, para ahorrar tiempo, un gusto conocerte.

-          Igualmente, Daniel. ¡Bienvenido a la oficina!

-     No hay tiempo que perder, Maxi. Por favor asegurémonos de llevar todo lo que necesitamos. Ante todo, suficiente cantidad de siete y de catorce, tapas y contratapas, ganchos largos para armar los legajos, lápices HB, lápiz rojo para los tildes y las referencias, gomas,  sacapuntas y todo lo que ya sabés.

-         ¿Siete y catorce?

-         Si. Bastantes papeles de siete columnas y de catorce columnas.

-       ¿Perdón, pero qué son esos papeles?  ¿Y para quisiéramos llevarlos al trabajo?

     (Qué poca capacitación y experiencia tiene éste ayudante, pensé para mis adentros).

-    ¿Cómo, qué son esos papeles? ¿Dónde pensas dejar constancia de todo el trabajo de auditoria? La evidencia de auditoria. ¿Dónde vas a escribir las pruebas? Como vas a armar las planillas llave? ¿Y las planillas de detalle? Y el trabajo realizado? Y las conclusiones? ¿Y las notas de control interno? ¿Y los puntos de atención para el socio y el gerente? ¿Te das cuenta que un auditor no es nada, no existe, si es que no tiene sus hojas de 7 y de 14 columnas? Nada, Maxi, nada.

 Maxi me miraba inmóvil, sin saber que responderme, como si hubiera yo estado hablando de física nuclear y partículas bidireccionales ordenadas acimutalmente. Tiempo después supe que Lionel Devengado le había contado muy confidencialmente mi secreto. Caso contrario, hubiera pensado que yo estaba loco.

-           Bueno, Daniel, en realidad intentaríamos hacer el trabajo utilizando las netbooks.

-          ¿Las qué?

-       Las netbooks, las computadoras.

-    ¿Computadoras? ¿Pero, por casualidad te parece que el cliente nos va a prestar sus computadoras para que entremos a su centro de cómputos y procesemos nuestros propios programas?

-       Me refiero, Daniel, a que llevaríamos cada uno, nuestras propias computadoras. –comentó Maxi con mucha paciencia.

-      ¿Nuestras computadoras?  ¿Y cómo vamos al cliente, con un camión de mudanzas?

-        No va a ser necesario. Son éstas -dijo mostrándome unas muy pequeñas valijitas, que se parecían a una cartuchera para guardar los lápices negros, rojos, sacapuntas y borradores.

       Y ésta es la tuya –mientras me acercaba una de esas valijitas.

-     ¿Pero, me estás embromando Maxi? Soy el encargado. Cómo va a entrar una computadora con un disco fijo de 200Kbytes en ese tamaño?


-           Bueno, en realidad tiene disco fijo de 90 Gigabytes ampliable, y entran todos allí adentro – decía mientras abría el cierre y me mostraba el mágico aparatito o netbook

-           ¿Y hay que programarla con COBOL, BASIC, o directamente FORTRAN?

    No. Todas trabajan con el Office, usamos básicamente el Excel y el Word. –comentó paciente Maxi, que conocía el motivo de esas preguntas ridículas.

-   También  te entrego  el teléfono celular, para que puedas estar comunicado en todo momento. –dijo mientras me entregaba un aparatito que cabía en la palma de mi mano, algo parecido al zapatófono del Superagente 86, pero más modernoso. -Esto es como los otros teléfonos, pero sin cables. –acotó como forma de tranquilizarme.

-         Y yo que todavía no terminé de pagar a ENTEL las cuotas del plan Megatel. –acoté fuera de lugar.

-    Sin cables. –así podes comunicarte directamente con todo el grupo de trabajo por WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram, Skype o Tinder. Y obviamente por Messenger o utilizando el número de celular, o por tu interno de nuestra red VPN. Y por supuesto, nos podemos enviar mails con mensajes o documentos que quieras intercambiar directamente, y que son residentes en la nube. ¿Se entiende? Cuando necesitas el file, lo bajas de la nube, así sos más eficiente con tu espacio en disco.


-        Ahaaaa… el que estaba en la nube directamente era yo.

Parece que la reinserción me va a demorar un poco más de lo planeado


    CONTINUARÁ……..