jueves, 29 de noviembre de 2018

LA TORRE DE BABEL II



Recomiendo enfáticamente a todos aquellos que están leyendo éstas palabras, y que no han leído previamente  LA TORRE DE BABEL, relato publicado en el número anterior de este blog, lo hagan antes de ponerse a leer la parte II, a riesgo de no entender lo que está sucediendo en este nuevo relato contable. 

Asumiendo que los lectores le hayan hecho caso a la recomendación, paso a los hechos.
Luego del “escándalo japonés” del año anterior, estaba clarísimo que para la auditoría del año siguiente habría una tremenda expectativa del socio de la firma, del gerente a cargo de la asignación y de todos los que se habían enterado de lo sucedido doce meses atrás, de que nuevamente “algo raro", indebido apareciera en los papeles de trabajo. Era una extraña responsabilidad. Todo el mundo esperaba de mí que actuara incorrectamente a sabiendas, que agregara una mentira en el legajo y, pese a eso, tenía que hacerlo.

El trabajo de auditoría se realizó sin sobresaltos. Le empresa tenía muy buenos controles y estaba bien ordenada. Se acercaba la fecha de la “visita oficial” del socio para ver los temas principales con el gerente a cargo de la asignación y conmigo, tener una reunión formal con el gerente general del cliente y dar el cierre a la auditoría. Esa reunión con el gerente general, me dio la idea de la siguiente “maldad”.

Al igual que en el año anterior, en los papeles de trabajo manuales, en el legajo resumen de la auditoría se incluía, entre otra documentación, una página llamada “Puntos de atención para el socio y gerente”, donde el encargado de trabajo (yo, en ese momento) enumeraba los temas más importantes de la auditoria y especialmente aquellos que por su importancia o complejidad eran clave que el gerente y el socio los leyeran para poder tener sus conclusiones y ver cómo afectaban la auditoría. Fue en esa sección que incluí, como si fuera un comentario más del trabajo, un punto que denominé “Minuta reunión mantenida con el gerente general”, tras lo cuál informaba algo así:

“En el día tal, el gerente general del cliente me convocó a una reunión privada en su oficina. Durante el transcurso de la misma me informó sobre varios temas que podían ser de nuestro interés en la auditoria. Entre ellos:    
     Discontinuación de la fabricación del producto principal de la empresa.
-       Venta del inmueble de la fábrica.
-       Cambio inmediato de auditores externos.
-       Demoras en la reposición de las fichas de la máquina de café
-       Quiebra del cliente con mayor saldo.
-       Cambios en varias políticas contables.
-       Destrucción de tres maquinarias por efectos de sabotaje.

Debido a la importancia de los temas, y la confidencialidad de los mismos, el gerente general solicitó preparar él mismo la minuta de la reunión, y que la misma fuera redactada en idish. Se adjunta la misma para conocimiento del socio y gerente a cargo.”

A continuación yo había pegado unos recortes de un diario en Idish, simulando que esos fueran la minuta secreta. Y así quedó. 



Llegó el “gran día” en que el gerente y el socio a cargo vinieron a las oficinas del cliente para las formalidades del cierre de la auditoria anual. El socio no esperó a que el gerente examinara los papeles de trabajo y la sección “Puntos de atención para el socio y gerente”. Directamente se “zambulló” en los legajos hasta que encontró lo que estaba buscando y sabía que encontraría

Esta vez no hubo sorpresa, tras una carcajada, el socio arrancó del legajo la hoja que le interesaba compartir con sus colegas, con la supuesta minuta con los temas delicados, y me cuestionó al decirme “Ves, después no sabemos porqué nos excedemos en las horas, si te la pasas preparando estas cosas”.

La situación fluyó de una manera más tranquila que la del año anterior, e indudablemente dejaron el camino abierto a nuevas bromas, que por supuesto llegarían. Ya tendría tiempo de pensar cuál podría ser el "Punto de atención" del año siguiente. Mientras tanto, al igual que Marlon Brando y por si acaso, habría que ir practicando Idish.

jueves, 23 de agosto de 2018

LA TORRE DE BABEL


Ocurrió durante la auditoria de una empresa industrial argentina que utilizaba materias primas provenientes de Japón para una de sus líneas. Yo era el encargado de trabajo, primera vez en ese cliente, y solicité, como está previsto en los procedimientos, la confirmación de saldos del proveedor japonés. Al poco tiempo recibimos un sobre con la respuesta que contenía la confirmación escrita en inglés con la cifra adeudada en Yenes, copia de la factura que componía el saldo, copia del packing list de la factura y una hoja escrita íntegramente en japonés excepto el nombre del comprador en nuestro alfabeto latino y la cifra.



Con toda la documentación recibida y la revisión “in situ” de una empresa con muy buenos controles, teníamos suficientes elementos para dar conformidad al saldo de ese proveedor. Pero………esa hoja en japonés con el nombre del cliente era muy tentadora como para dejarlo pasar así como así. Eso ameritaba generar algo especial en los papeles de trabajo que el socio del estudio iba seguramente a leer. Es importante para los hechos que voy a relatar saber que, si bien era mi primera vez en ese cliente, el gerente del estudio me conocía hacía varios años y había trabajado conmigo en ese y varios otros clientes. En cambio, era la primera vez que el socio a cargo trabajaba conmigo. No me conocía el tipo de bromas que yo podría llegar a hacer.

En esas épocas de papeles de trabajo manuales, en el legajo resumen de la auditoría, se incluía entre otra documentación, una página llamada “Puntos de atención para el socio y gerente”, donde el encargado de trabajo (yo, en ese momento) enumeraba los temas más importantes de la auditoria y especialmente aquellos que por su importancia o complejidad eran clave que el gerente y el socio los leyeran para poder tener sus conclusiones y ver cómo afectaban la auditoría. Fue en esa sección que incluí, como si fuera un comentario más del trabajo, un punto que denominé “Contestación recibida del principal proveedor del exterior” y a continuación decía (palabra más, palabra menos): “A continuación adjunto la confirmación de saldos recibida del principal proveedor del exterior, que representa un 85% del saldo de proveedores del exterior y un 60% de todo el saldo de proveedores de la empresa y que, como ha venido escrita íntegramente en idioma japonés, no hemos podido conocer su contenido. He subrayado los únicos términos que pude comprender y confío que por la experiencia del gerente y socio con el cliente, podrán fácilmente traducir el resto. En caso contrario, y por la materialidad de los saldos involucrados, nuestra Opinión de auditoría debería ser una abstención de opinión por una limitación al alcance por la falta de evidencia de auditoria, que no pudimos tampoco conseguir por otros medios.” Decir eso, es de suma gravedad en la relación auditor/auditado. A continuación incluía la carta escrita íntegramente en japonés donde solo estaban subrayadas las dos veces que se mencionaba en nuestro alfabeto el nombre del cliente. Y nada más.

Llegó el “gran día” en que el gerente y el socio a cargo vinieron a las oficinas del cliente para las formalidades del cierre de la auditoria anual. El gerente se puso a ojear el Legajo resumen de la auditoria, y con más interés leyó los Puntos de atención. Cuando llegó al punto de la confirmación del proveedor japonés, me miró, esbozó una sonrisa cómplice, firmó y le paso el legajo al socio. Pero en el momento en que éste último se encontró con el “fatídico” comentario, su rostro se transfiguró, arrancó la hoja y me dijo muy enojado: “¡Cómo vas a poner en los papeles de trabajo algo así, sin buscar la forma de solucionarlo! Enviá un fax de inmediato diciendo: Please, answer in english, urgently”

El gerente, al ver la reacción del socio, comenzó a dudar él mismo y me preguntó con rostro preocupado “¿Daniel, esto es una broma, verdad?” Con un movimiento positivo de mi cabeza le ratifiqué que efectivamente se trataba de una humorada. El socio pasó desde el enojo diciéndome “¿Vos estás loco? ¿Cómo le vas a hacer una broma así a un socio que no conoces y que no te conoce?”, a la carcajada, indicándome “está buenísimo, me llevo la hoja para comentarla en la reunión de socios”, y finalmente con rostro muy serio, se me acercó y dijo casi susurrándome: “Estuvo buena, pero esperá mi respuesta”.


Moraleja: Si vas a decirle algo en broma a un desconocido, pregúntate a ti mismo ¿Qué es lo peor que puede pasar?

sábado, 16 de junio de 2018

EL PELOTAZO


Carlos había esperado toda su vida para ese exacto momento. A sus 11 años, tener la responsabilidad de patear el tiro libre para vencer de una vez al temido 6to A frente a toda la escuela, era la máxima aspiración de un jugador “patadura”, como era considerado por el resto de sus compañeros. Se lo debían. Gracias a su creatividad al escribir el relato para el certamen escolar, su equipo había salido primero, y eso implicaba ser premiados con cuatro recreos extendidos y  galletitas de chocolate para todo el grado. A cambio, solo les pidió a los compañeros que lo dejasen patear un tiro libre en un momento clave del partido, si es que llegaban a la final. Ese era el momento. Su oportunidad de demostrarle a todos, especialmente a su hermosa compañera Pamela, que estaba presenciando el partido, que él podía hacerlo y que no era un jugador mediocre. El silencio era absoluto. Colocó con sus manos la pelota aproximadamente en el lugar donde el defensor de 6toA había cometido la falta. Retrocedió unos cuatro metros para tomar impulso. No era suficiente, retrocedió unos cinco metros más. No volaba una mosca. Si quería patear potentemente, tenía que tomar más carrera, retrocedió unos tres metros más. Todos los ojos estaban fijos en él. No podía fallar, tenía que ser un tiro histórico. Por si acaso, retrocedió otros ocho metros y se dio por satisfecho. Trazó mentalmente una trayectoria entre la pelota y el ángulo superior izquierdo del arco. Imposible atajarla. Era ahora o nunca. Comenzó a correr hacia la pelota, cada metro se aceleraba más y más, llegó hasta el balón hecho una tromba humana, y pateó con todas sus fuerzas.


La pelota salió despedida con un impulso desproporcionado, ante la mirada atónita de propios, rivales y espectadores, se elevó por el aire rozando el travesaño enemigo, siguió elevándose y pasó por arriba de la medianera de la escuela mientras continuaba subiendo. A los pocos segundos se elevaba por arriba de la ciudad de Buenos Aires y se dirigía rumbo a la costa. Los bañistas de Mar del Plata, la divisaron pensando que era una pelota perdida de jugadores playeros. Se dirigió hacia el océano. El viento con olor salado acariciaba el esférico que se mezclaba entre las inmensas bandadas de pájaros que volaban, hasta ese momento, en perfecta formación, generando tremendos desparramos y desorientaciones. Algunos marineros de barcos mercantes que iban entre Europa y Sudamérica, vieron cosas raras en el cielo, pero los capitanes pensaron que se habían emborrachado, los castigaron y les pidieron que se dejaran de hablar estupideces. Tras cruzar el Atlántico, la pelota llegó al África. Los elefantes, jirafas y leones la miraban sin entender de qué se trataba. Siguió volando hacia el este, y pasó por arriba de una planicie, donde vivían dos tribus que estaban en guerra permanente desde hacía generaciones. Estaban en una de sus batallas semanales, cuando observaron en el cielo ese objeto esférico, al que confundieron con un mensaje de un Dios desconocido. Si los Dioses los vinieron a visitar, era seguramente para advertirles que no peleen más. Y no se pelearon más.  La pelota cruzó África, e ingresó a Asia, pasando por los inmensos desiertos de Arabia Saudita y por sobre las cabezas de las caravanas de camellos. Cuando pasó por la Gran Muralla China, los miles de turistas la confundieron con un OVNI, y unos científicos oportunistas escribieron luego un libro titulado “OVNIS sobre las murallas”, con gran éxito editorial. Al sobrevolar Japón, unos samuráis intentaron cortar con sus espadas al objeto volador, pero afortunadamente iba suficientemente alto. Voló causando estupor por todo el océano Pacífico, entró por Chile, los vientos la ayudaron a cruzar la alta Cordillera, e ingresó nuevamente a Argentina, llegó a Buenos Aires y entró a la escuela pasando por arriba del travesaño del arco propio, y por sobre las cabezas de todos los jugadores que no podían creer lo que veían, cruzó toda la cancha y se clavó en el ángulo superior izquierdo, precisamente allí donde había planeado meterla. Golazo.

El Juez pitó el final del partido decretando la victoria de 6to B, su 6to. Fue apoteótico, todos los jugadores lo abrazaron hasta casi asfixiarlo. Se dirigió resuelto hacia Pamela, que le estaba sonriendo al costado de la cancha, ella lo abrazó y le dio un besote en cada mejilla. Era feliz y……………

—¡Y, boludo!, ¿Estás dormido? ¿En qué estás pensando? ¡Patea de una buena vez el tiro libre! ¡Dale! ¡Dale!

martes, 15 de mayo de 2018

TRANQUILO, QUE NO PASA NADA


Para esa  época, yo era un supervisor recién ascendido, con poca experiencia. Pese a eso, en un acto de extrema confianza, un gerente “pesado” me designó como su suplente durante sus merecidas vacaciones. Estaba previsto que todos los gerentes y socios designaran para cada uno de sus clientes un suplente para ausencias de más de un día, sea o no que se espere que existan temas para hacer seguimiento en la ausencia. Por lo general, la asignación recaía en un colega que ya tuviera un conocimiento específico anterior del cliente y de sus funcionarios. No era éste el caso. No había prestado servicios en éste cliente (una empresa multinacional croata –se ha modificado el país a efectos del Blog) en ninguna categoría, bajo ningún concepto y desconocía completamente a la Gerencia de la empresa.

Cuando el gerente emitió su memo de ausencia con la distribución de su cartera de clientes, le remarqué la circunstancia, pero él me contestó en forma muy segura “Tranquilo, que no pasa nada”. No había ningún vencimiento, ni ningún tema pendiente que pudiera molestarme en su período de vacaciones. Absolutamente nada para preocuparse.

El lunes siguiente, primer día de la semana laboral y primer día de receso de mi experimentado colega, su secretaria que tenía la lista de distribución de clientes en ausencia, me contactó y consultó:

-       Vos estás a cargo estas dos semanas del cliente Zagreb (nombre ficticio utilizado para el Blog)?”
-          Si. ¿Sucede algo? –pregunté tímidamente.
        Llama el Controller y cuando le dije que el gerente estaba de vacaciones, pidió hablar con urgencia con su reemplazante.
-            Pasame la llamada –dije en un tono que intentaba demostrar seguridad y resolución.
-          Hola. Soy Rakitic I (nombre ficticio utilizado para el Blog). Señor Daniel, necesitamos que su estudio nos emita hoy mismo un certificado.
-          Con gusto. ¿De qué se trata?
      Requerimos que nos certifique que el miércoles 27 del próximo mes pagaremos unas importaciones de maquinarias y gastos intercompany por US$ 1.200.000 (la cifra también es ficticia, simplemente porque no me acuerdo la real).
-          Me temo que no podremos emitir tal certificado, -contesté con cierto temblor en la voz.
-          ¿Cómo que no puede emitir el certificado.      
  —  Nos es imposible certificar un hecho futuro semejante. Una vez que hagan el pago podremos sin problemas certificar la fecha, banco, importe, concepto. Etcétera, pero lo otro, no. Ahora podemos certificar la registración contable del pasivo, los datos de la factura, pero no la fecha en que va a ser abonada –trate de persuadirlo.   
    —    Pero, de mi casa matriz me exigen ese certificado, y si ellos lo piden, es porque Ustedes (remarcado) pueden y tienen que emitirlo.

-      Desconozco lo que le informaron desde su casa matriz, pero no pueden pretender que certifiquemos ahora hechos que pueden o no suceder en una fecha futura desconocida, aunque sea el miércoles del próximo mes. Necesitaríamos tener documentación que respalde esa afirmación sobre lo que se hará en el futuro. Lo siento.
-       Voy a tener que informar esto al Gerente General. No es la forma en que se trata a un cliente como nosotros, y le avisaré al socio y al gerente del estudio  –dijo el Controller en una forma tal para que me sintiese agraviado.
-     No pretendo incomodarlos, pero técnicamente no podemos satisfacer ese pedido. Y si usted quiere hablar con el socio (que también había salido unos días y no había dejado reemplazo para éste cliente, ya que “no pasaba nada” durante los días de ausencia) o con el gerente, por supuesto que es libre de hacerlo.Escuché un “click” cuando cortaron del otro lado. Quince minutos después recibí la llamada del Gerente General, Rakitic II.


-          Me acaba de informar Rakitic I que Usted se niega a emitir el certificado que le estamos solicitando para nuestra casa matriz.
     De modo alguno me he negado a la emisión del certificado, Sr Rakitic II. Lo que le expliqué al Sr. Rakitic I, es que nos es imposible emitir un certificado afirmando algo que aún no ha acontecido. Podremos hacerlo con gusto una vez que se haga el pago –le comenté tratando de ser amigable.
-          Eso ya no nos serviría. Casa matriz necesita otra cosa. Voy a tener que llamarlo al socio y al gerente (¡Qué manía de llamarlos!). Espere en línea que lo contactaré al Controller mundial.
     A continuación escuché la voz de Rakitic II hablando en croata (eso supuse yo) con su jefe en Casa Matriz, la charla, que se adivinaba agitada, no me dio demasiadas pautas de lo que se venía, considerando mi nulo conocimiento del croata. Luego de esos intercambios de palabras, me avisó que me transferiría la llamada directamente con Rakitic III (nombre ficticio como todos los demás). El diálogo fue similar a los otros dos anteriores con una parte presionando para que emitamos un certificado que no podíamos emitir, y la otra tratando de explicar la imposibilidad de certificar que la empresa va a efectuar un pago en una fecha futura, y ofreciendo certificar lo que se podía afirmar. No hubo caso, luego de amenazar con llamar al socio y al gerente (ya me había acostumbrado), cortaron la comunicación.
    
    Cumplieron. Lo llamaron al gerente al lugar donde vacacionaba y, afortunadamente para el mantenimiento de mi cabeza en su lugar, mantuvieron mi postura y acordaron en emitir un certificado con lo que se podía soportar documentalmente y verificar.  En años siguientes seguí reemplazando a ese gerente en sus clientes durante sus ausencias.

     Conclusión: Cuidado cuando les asignen una responsabilidad mientras simultáneamente les dicen “Tranquilo, que no pasa nada”. Averigüen primero.


domingo, 18 de marzo de 2018

¿COMO ERA QUE SE LLAMABA?



Nuevos asistentes se habían incorporado recientemente al estudio de auditoría donde yo trabajaba. No sabíamos si se trataba de un tema generacional, genético o una mera casualidad, pero los tres jóvenes coincidían en tener una personalidad  tal que podrían calificarse como soberbios, arrogantes, presuntuosos o simplemente, engreídos.
Los encargados de trabajo percibieron esos rasgos y, ni cortos ni perezosos decidieron que había que hacer “algo” para tratar de que no se consideraran unos “winners” y trataran mal al personal del cliente y a sus compañeros. Algunas inocentes bromas se prepararon y planearon entre los distintos encargados. Aquí van algunas que aún recuerdo.

Asistente N°1. A efectos de resguardar a los involucradoslos nombres de los asistentes, y de los encargados se omitirán en este relato.

En la oficina del cliente donde se hacía la auditoría mantenían los dos ejemplares muy voluminosos de la Guía telefónica de la Capital Federal, más el ejemplar de las Páginas amarillas (los muy jóvenes pueden preguntarle a los adultos cercanos respecto al volumen y peso de esos ejemplares).  El encargado solicitó a la gente de Correspondencia que le hiciera un enorme paquete con papel de envolver con los tres volúmenes, rodeándolo de sogas para que no se desmantelara. En ese paquete hizo colocar una etiqueta con los datos de un encargado que estaba realizando una auditoria en la otra punta de la ciudad, y con el que previamente habían hecho ciertos acuerdos. Se le explicó a Asistente N°1 que tenía que llevar rápidamente ese paquete con documentación (por supuesto sin revelarle el contenido) a la dirección del otro cliente, donde lo esperaba el encargado. Se le aclaró que no había posibilidad de pagarle taxi, debido a que el cliente no reconocía gastos de traslados, por lo que tendría que llevar el muy pesado paquete viajando con dos buses ya que no había ninguno directo.

No muy bien dispuesto a tener que realizar un trabajo que consideraba inferior, casi humillante, sabía que debía aceptarlo por ser su primera asignación. Alzó como pudo el paquete y se dirigió en un caluroso día a la parada de micro. Hizo todo el trayecto y aproximadamente 90 minutos después se presentó, agotado, ante el encargado de auditoría del otro cliente.
—¿Trajiste el paquete? Buenísimo, lo estaba necesitando con urgencia. Te agradezco.
Dicho esto, el encargado abrió el paquete frente a los azorados ojos del Asistente N°1, tomó en sus manos la Guía telefónica, la abrió y comenzó a hojearla frenéticamente de un lado a otro, murmurando algún “¿Cómo era que se llamaba?”, hasta que se detuvo en una página cualquiera, exclamó un “¡A éste lo estaba buscando”  y escribió en un papel los datos de una persona y su número telefónico. Volvió a envolver las tres guías y se las dio al Asistente N°1 aclarándole “Listo, ya podés llevársela de vuelta al encargado que me las mandó”.

Asistente N°2.

El asistente tenía que viajar esa tarde para una auditoría en Mendoza. Trajo su valija a la oficina para tener todo listo para ir al aeropuerto directamente. Les habían asignado una oficina que contenía en su decoración un cuadro de unos 75 x 50 cm con un motivo marítimo, o algo así. En un momento en que Asistente N°2 salió para ir al baño, el cuadro fue descolgado e introducido en su equipaje que, convenientemente, no había cerrado con candado. La obra pictórica abarcaba la totalidad de la valija, pero entró. Cuando llegó el momento, se despidió del equipo de trabajo, tomó su equipaje al que notó algo más pesado y se fue al Aeropuerto. Cuando le tocó pasar su equipaje por el aparato de rayos X, el oficial lo consultó “¿Qué lleva en la valija?”. Su lógica e inocente respuesta fue “Nada. Ropa para una semana y papeles de trabajo para una auditoría”. El oficial aún no conforme le abrió la maleta, apareciendo en primer término y abarcando toda la valija, la pintura enmarcada de motivos marinos. “¿Esto también es para su trabajo?”. El Asistente N°2 solo atinó a enrojecerse avergonzado. Se podía visualizar que era una reproducción barata, claramente no había desvalijado ningún museo, y lo dejaron ir a sus obligaciones laborales.
Al llegar a la oficina de su asignación, lo recibió el encargado de trabajo, le preguntó si le habían enviado un cuadro. Parecía que estaba previsto, lástima que no le avisaron. El encargado tomó el cuadro y le pidió a Asistente N°2 que junto con otro asistente sostengan el cuadro y lo presentaran en una pared vacía. Dio unos pasos para atrás, pidió que lo probaran en distintas posiciones, ubicándolo aquí y allá. Finalmente, negando con su cabeza le dijo al Asistente N°2: “Lástima, pensé que aquí quedaría bien”. Colocó nuevamente el cuadro haciendo presión en la valija y le pidió: “Favor, le decís muchas gracias de mi parte al encargado de Buenos Aires. Una pena que no combinan los colores”

Asistente N°3

A éste asistente se le hizo un repaso de la metodología para efectuar un arqueo, un recuento de fondos y la forma de documentarlo. Inmediatamente después se le indicó que debería ir a un muy importante hotel alojamiento (albergue transitorio, hotel para parejas, hotel por horas, o del modo que actualmente lo denominen), que era cliente de auditoria del estudio y realizar un arqueo sorpresivo de la caja. Como el estudio tenía diversos clientes en varios tipos de negocio, le pareció extraño, pero no imposible. Y allí fue al hotel que, por supuesto, no era cliente del estudio. Se presentó con todo el ímpetu de su primera asignación pretendiendo efectuarle un recuento de fondos sorpresivo al cajero y a cargo del hotel quién, al verlo entrar solo y no en pareja, asumió que quería pagar el turno de la habitación para ver videos pornográficos. Por supuesto que le pareció un despropósito lo de exhibir el dinero de la caja ante un desconocido presuntuoso y, ante las amenazas de llamar a la Policía, el Asistente N°3 terminó por asumir su fracaso y volvió triste a la oficina donde no esperaba encontrarse con los rostros sonrientes del encargado y demás compañeros.



Epílogo

Durante cierto tiempo se mantuvo una relación tensa entre los nuevos asistentes y los encargados, pero todos cedieron un poco y eventualmente tuvieron buen trato y algunos quedaron como amigos. Los muchachos hicieron carrera en el estudio. Varios años después uno de ellos fue admitido como Socio, y los otros dos  Asistentes llegaron a la posición de CFO en grandes empresas. De los Encargados aquí mencionados, perdí totalmente su rastro.

lunes, 15 de enero de 2018

VACANTE OFRECIDA

Me había quedado sin trabajo en un momento muy complicado en la economía y política de Argentina. Una noche, a eso de las 23.00 horas, me saca de la cama una llamada telefónica. Era un muy amigo mío. Se disculpó por la hora, pero era imprescindible que la información que él tenía, me fuera transmitida de inmediato.  Quería avisarme que ese mismo día a las 24:00 horas vencía el plazo para proponerse para la vacante de Contador General de las Naciones Unidas, posición con residencia en Nueva York y otros interesantes beneficios. Por sus reglamentos, o algo así, tenía que ser alguien con título de Contador que no fuera estadounidense. Había un link con una página de las UU.NN. para completar la postulación  ¿Y se acordó de avisarme una hora antes?


El hecho es que la búsqueda había aparecido en el semanario “The Economist”, que tiene una extensa lista de circulación interna dentro del  estudio (Big 4) donde él trabajaba, y tuvo que aguardar que, previamente, unos 30 socios la recibieran en su bandeja de IN, en algún momento la revisaran y luego la depositaran en su bandeja de OUT,  para seguir la lista de distribución, en la que los gerentes estaban “al fondo” de la lista. Por eso se demoró tanto en tener la información y solo me la pudo pasar a minutos de su vencimiento.

Era una carrera contra el tiempo, buscar un CV mío en Inglés, actualizarlo y adaptarlo a algo que pudiera ser atractivo para esa posición, revolviendo en mi memoria todo trabajo que hubiera realizado para control de proyectos financiados por organismos del exterior. Encontré algunos financiados por Banco Mundial, el BID y distintas ONG.  Ninguno por las Naciones Unidas, ni que se utilizara el sistema contable con el que se manejan, requisito muy conveniente para esa posición.  Sin duda, una contabilidad distinta, registrando y controlando ayuda alimentaria otorgada a África, consumos de los Cascos azules en Haití, o los almuerzos servidos a los miembros del Consejo de Seguridad en Nueva York, por dar algún ejemplo.

Llegué a enviar la postulación en los últimos segundos en que el  “portal” estaba abierto. Explícitamente decía que luego de las 0:00horas no se recibiría ningún CV. Me sentía como en las películas de James Bond o Misión imposible, acción cuando desactivan los cables de la bomba que está por explotar en los últimos cinco segundos. La página de internet decía claramente que nadie debía de comunicarse con la ONU para consultar y que ellos se comunicarían con “la persona indicada” a su debido tiempo.

Sabía que no tendría posibilidad, ya que asumí que había dispersos por el mundo muchos contadores con experiencias variadas en proyectos de las UU.NN. Efectivamente, nunca me llamaron, y considerando que transcurrieron más de quince años, indudablemente ya no lo harán. Indudablemente fue la posición más  “extraña” para la que postulé en mi vida. Con el tiempo aparecieron otras postulaciones, otras entrevistas y otros trabajos. La vida siguió su curso.